Vos
sos el silencio necesario para escuchar todos los colchones que se hunden bajo dos cuerpos.
Un
corazón dando vueltas en un frasco con formol, ahí, quieto y sin
desintegrarse, algo para ver y fingir conocimiento de las cosas que no
se entienden a simple vista.
La garantía de que a nadie le importa
dormirse sin girar mi almohada 4 veces. Una, para distraerme, la
segunda vuelta para asegurarme, en la tercera dudo de mi memoria y la
última para que ella (mi memoria) se ofenda y demuestre todo lo que
puede recordar, todo lo que vos, seguro, ya te olvidaste.
Un
doctorado en nostalgia, saber que disparar indirectas no es nada fácil,
hay que saber poner el propio cuerpo para desviar las palabras, siempre
con el riesgo de que se atoren en nuestra garganta (siempre con la
certeza de que se astille en los lagrimales).
Si fuimos todo,
una
calle con dos carriles para el afecto que de a poco fue cerrando una de
sus vías por una reparación que nunca se llevó a cabo.
Si nos volvimos invencibles agarrados de la mano mientras nos decapitamos a besos.
Si saltamos del precipicio haciendo el amor en la caída, si nos enredamos en las cuerdas de nuestros paracaídas.
Si te escribí todos los poemas posibles en tu espalda
¿Cómo no darnos cuenta de que un libro solo puede quemarse por completo una vez?
Nosotros,
nosotros ya no somos,
Vos,
Yo,
Poesía
no somos.
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