Alegría de darme cuenta, quizás algo de desilusión, de aburrimiento, de pena, pero no de tristeza.
Leer
lo que escribí antes de conocerte, cuando estaba en el aire, en caída
libre, y sentir que es perfectamente aplicable a esto de volver a
llevarme el piso puesto, un poco cortarme con el pasto y otro poco
disfrutar de la tierra mojada.
Tenes razón, no se trata de saltar y lamentar no tener(te) paracaídas.
Esto
es bastante parecido a tener fiebre, días de cama, quizás algún
delirio, suspiros de no estar bien y suspiros de creer que tratar de
repararnos es sano (¿ya mencione los delirios?).
Tiene algo de aburrido todo esto, si, pero hay que aliviarse de que sea así.
Fue
algo único, un carácter irrepetible que cubría los rincones entre tu
cuello y mi boca, inventarnos un idioma para que yo escuche "Te quiero"
cuando vos solo pedías que programe el despertador media hora mas tarde
de lo acostumbrado. Estoy hablando de esa lluvia que servia de excusa
para pasar otra noche juntos, de la película que tardamos una semana en
terminar porque se llenaba de tiempos intermedios patrocinados por
nuestros cuerpos, de mi bufanda en tu cuello y mi frió desapareciendo
con la presencia de tus besos. Todo eso hizo que fuera único, el amor
que mantuvo el equilibrio por un buen tiempo. No hay nada remotamente
parecido a todo eso, ni pretendo encontrarlo.
Ahora hay algo mas,
algo con pena, algo que no es triste pero aburre. Esto de no hablarte y
que no me hables, de pensarte y que me pienses, de empezar un simulacro
de no existencia mutua, de terminar nombrándonos todo el día. Esto ya
lo hice con otras espaldas y vos con otros brazos. Sabemos en que
termina, caminar sobre la cuerda otra vez, haciendo equilibrio, con otro
paracaídas. Si, puede ser que en medio de eso vuelva a prestarte mi
bufanda o decida regalártela, pero el final es el mismo.
Un desamor completamente repetitivo, al igual que todos.
Nada que la fiebre no pueda igualar.
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