Vi
a mi reloj pedir razones, la nostalgia que crecia, dije "ya esta por
venir". Fui sofocando mis rencores, enterrando en ese espacio lo que me
llevo a estar ahi. Fue por evitar este derrumbe, que corri hasta los
cimientos para cargar el peso de nuestras culpas en mi. Bese el aire que
limpiaba de sonambulos la calle, dejo libre la ciudad para fantasmas,
taxistas y amantes, me descubrieron desmembrando los segundos para ser
asesinado al fin, mirando la terraza donde gane la guerra en tus
subterfugios. Deje en tu contestador la autopsia de nuestros fracazos.
Vi a mi reloj inventar tus razones, la nostalgia llegar a su limite,
dije "ya me estoy por ir".
Anexo - Comentarios
Hay un chiste que dice que la duracion de un minuto es relativa al lugar que uno ocupa... si dentro o fuera del baño. Puedo decir que ese chiste tiene tanta verdad como falta de gracia. Esa noche sali a tomar algo, con una amiga nos decidimos a vaciar los vasos y llenamos la mesa de historias, anecdotas y fracasos. Mire a las mozas del lugar, ignoraban mi existencia como si fuera un suicida disparando un arma vacia, tomando un veneno inofensivo, relatando un desamor inventado. Al final me fui caminando del lugar, recibi su llamado y acudi rapido a su departamento. En ese lugar (mas bien, fuera de el) fue donde encontre razones suficientes para defender la veracidad de ese mal chiste. La duracion de un minuto, una hora o, como fue mi caso, casi toda una noche, es relativa al lugar que uno ocupa. Esa noche no habia muchos lugares disponibles, me decidi a ocupar todos. El lugar de quien escucha el saludo del contestador. El lugar de quien siente el rocio atravezar su piel. El lugar de quien espera casi toda una noche moviendo los ojos de la puerta, de la terraza, de su ventana y del reloj. Ese lugar que resulta tan incomodo, que nos hace rogar que nos ofrezcan otro lugar, de preferencia a los pies o dentro de su cama.
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Hay un chiste que dice que la duracion de un minuto es relativa al lugar que uno ocupa... si dentro o fuera del baño. Puedo decir que ese chiste tiene tanta verdad como falta de gracia. Esa noche sali a tomar algo, con una amiga nos decidimos a vaciar los vasos y llenamos la mesa de historias, anecdotas y fracasos. Mire a las mozas del lugar, ignoraban mi existencia como si fuera un suicida disparando un arma vacia, tomando un veneno inofensivo, relatando un desamor inventado. Al final me fui caminando del lugar, recibi su llamado y acudi rapido a su departamento. En ese lugar (mas bien, fuera de el) fue donde encontre razones suficientes para defender la veracidad de ese mal chiste. La duracion de un minuto, una hora o, como fue mi caso, casi toda una noche, es relativa al lugar que uno ocupa. Esa noche no habia muchos lugares disponibles, me decidi a ocupar todos. El lugar de quien escucha el saludo del contestador. El lugar de quien siente el rocio atravezar su piel. El lugar de quien espera casi toda una noche moviendo los ojos de la puerta, de la terraza, de su ventana y del reloj. Ese lugar que resulta tan incomodo, que nos hace rogar que nos ofrezcan otro lugar, de preferencia a los pies o dentro de su cama.
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