Facundo Martínez

Facundo Martínez

jueves, 17 de septiembre de 2015

Hilachas vespertinas.

Una cama de una plaza tiene espacio suficiente para deshilachar toda la ropa que puedan quitarse dos cuerpos.
Y es que acá, vos decís buenas noches poniendo énfasis
Que de a poco se fue olvidando la B larga de lo Obscuro de tu boca,
Y las ganas de que suene como un cuento hicieron cada vez más muda a la primera letra de cuando te veía hermosa.
Tenemos suerte de tener la cabeza dando vueltas como quien destapa algo,
Tengo la almohada siempre a medias, tengo medias sin parejas,
Tengo sueño y una gotera en guerra con el despertador.
A estas alturas nadie resigna la sabana,
No hay lugar para el conformismo,
Me hace daño que te quedes tanto tiempo suspirando,
(No tengo en qué pensar).
Gritan las paredes, e incómoda este desastre,
Se despiertan las arañas y los resortes se quejan por lo pesado del ambiente.
De una costilla a otra lo inevitable se fermenta,
Echa raíces, florece y también saca espinas.
Dos cuerpos se coronan, clavan la madrugada en la cien
Se largan a trazar la silueta de la lluvia,
Bajan al suelo como al último abismo.
De esquina a esquina, el colchón es deshabitado.
Mientras el piso tiene espacio suficiente para deshilachar todos los cuerpos que pueda contener esta ropa.

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