Imposible las
14 de la noche,
perder el
cielo, despedirse a tiempo.
Llegar al
metro ochenta,
tener pies
planos en un mundo redondo.
Que no
reviente un alma a diario,
y se
transforme la ceniza en agua.
Un perfume
que no duela,
las ocho
horas durmiendo,
salir entero
de un entierro
y acordarse
por completo de los sueños.
Me resulta
imposible no discutir con lo que escribo,
hacer
trincheras decentes,
sonreír
leyendo el diario,
que a alguien
se le ocurra regalarme flores,
no
derrumbarme contra un "Te extraño".
Que todo
muerto se llore junto a su cuerpo,
los de
siempre y los perdidos.
Nada posible
que las nubes lleguen a tiempo,
que la lluvia
sea precisa y me encierre con una poeta bajo cualquier techo.
Conocer mi
espalda, recordar mi primera semana de vida,
estar
presente cuando quemen mis huesos.
Caminar sin
encontrar paraguas,
inventar un
color, olvidar que existen los que olvidan por convenios.
Improbable
una ley que prolongue la existencia del invierno,
sentirse
cómodo por completo durante un deja vú,
poner en
común acuerdo que ángeles y diagonales no tienen sexo,
someter al
indignado, sublimar con un orgasmo,
terminar de
leer y no sentir, al menos por un momento, que todo es perfecto.
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